“Parte del problema de las apuestas es la información que tienen las aplicaciones digitales de sus usuarios. La lógica de apps como las de apuestas, pero también de las redes sociales y muchos videojuegos es una lógica de ganancias: se busca que quienes las usan pasen el mayor tiempo posible en ellas, para extraer datos que permitan generar métodos más efectivos de venta por esas mismas vías, a costas, en algunos casos, de la salud mental de sus usuarios. La regulación del terreno digital en nuestro país es todavía muy incipiente, y los países con regulaciones más laxas son aquellos en los derechos de niños, niñas y adolescentes son más proclives a ser vulnerados”
Marcela Czarny, directora de Chicos.net
Los juegos de apuestas en línea son aquellos que invitan a arriesgar dinero por un resultado azaroso. Hay distintas propuestas de este tipo, como casinos virtuales, apuestas deportivas y loterías virtuales. En todos estos casos, las posibilidades de ganar son muy bajas y están condicionadas por la suerte de quien juega. Las plataformas virtuales tienen la particularidad de que cuentan con más datos del comportamiento de sus usuarios, que pueden usar para promover aún más esta práctica en ellos y ellas. Participar de juegos de apuestas en línea y fuera de línea tiene un alto riesgo de generar un vínculo adictivo. Las chances son mayores en los y las adolescentes, que están en una etapa de desarrollo y vulnerabilidad. Si bien apostar es ilegal para menores de 18 años, muchos chicos y chicas logran acceder a estas aplicaciones porque no hay suficientes regulaciones que garanticen su protección.
Apuestas deportivas
En los juegos de apuestas deportivas, quienes participan apuestan dinero a partir del pronóstico que realizan sobre un evento deportivo. Se puede apostar no solo quién gana un partido, sino también si suceden jugadas específicas. En el caso del fútbol, por ejemplo, se puede apostar si se marca un corner para alguno de los equipos, si se saca alguna tarjeta o quién va a ser el goleador, entre otras posibilidades. Si acierta la apuesta que hizo el jugador, gana un porcentaje de dinero. Estas propuestas generan una sensación de confianza en quienes tienen algún conocimiento sobre deporte, que suele ser la puerta de entrada para participar.
Casinos y loterías
Estas plataformas ofrecen juegos clásicos de casino para apostar: algunos de los más populares son la ruleta, poker, blackjack y los juegos tragamonedas. La particularidad es que para arrojar el resultado de cada juego, se utilizan softwares que generan números de forma aleatoria. Las dos principales empresas que generan esas interfaces son Playtech y Microgaming, pero hay más.
"Hay mucha gente que apuesta, el 30% de la población apuesta, pero no el 30% es adicta al juego. Lo mismo pasa con las apuestas online: no todo chico que apuesta va a generar una adicción. Pero la relación que estamos viendo es que hay un gran deterioro de la calidad de vida, del sueño, de la capacidad de aprendizaje, por el uso compulsivo de la tecnología. Y las apuestas online potencian esto aún más".Federico Pavlovsky, médico psiquiatra especializado en consumos problemáticos
El crecimiento de las aplicaciones de apuestas comenzó a crecer a partir del año 2020. La pandemia obligó a pasar más tiempo utilizando medios digitales, y así también fue el caso de los y las adolescentes. El mundial del 2022, por su parte, también contribuyó al crecimiento de las apuestas deportivas en adolescentes y personas adultas.
Uno de los motores principales de este negocio es la publicidad. Los principales canales donde se promocionan estas plataformas son:
Se habla de una iniciación promedio a los 15 años, pero psicólogas y psiquiatras especializadas en adicciones están recibiendo consultas por chicos de 12 años. En la mayoría de los casos, quienes participan en las páginas de apuestas son hombres. Algo que llama la atención es que se encontraron casos de chicos que entablaron deudas con mafias con el fin de seguir jugando.
La realidad es que los filtros de edad son escasos y fáciles de falsear para los y las adolescentes, lo que le permite acceder de forma sencilla. En otros casos, juegan a través de cuentas de amigos que ya cumplieron la mayoría de edad. Luego de crear un usuario, al comienzo las apps ofrecen gratuitamente una cantidad de monedas virtuales para poder apostar, pero cuando se acaba, llega la hora de pagar con dinero real. Para esto, suelen usar plata que les dan sus familias y que guardan en billeteras virtuales.
También existen casas de juego ilegales, en las que los controles para hacerse una cuenta son prácticamente inexistentes.
Como analiza Andrea Urbas, directora de Chicos.net, la adolescencia es una etapa de mucha vulnerabilidad, donde chicos y chicas están aceptando una serie de cambios físicos y de su personalidad. Esto hace que su autoestima se vuelva muy fluctuante. Estas apps ponen en juego una cuestión lúdica, de explorar nuevos límites, sensaciones del cuerpo, capacidades. La transgresión y la ruptura de los límites son también formas de manifestar esa incomodidad frente a los cambios que se están atravesando.
Otro aspecto que explica esta práctica es la necesidad de pertenencia grupal: comparten las mismas prácticas para poder acompañarse en los desafíos que trae ese momento de la vida. En parte, por eso atraen las apuestas, porque es una práctica que se comparte en todo el grupo. También por eso pasan tantas horas en las redes sociales o en algunos casos, participan de retos virales.
Las primeras señales se manifiestan cuando piden más dinero de lo habitual a sus padres o familiares cercanos. En algunos casos, suelen mentir acerca del uso que le van a dar. Cuando el uso empieza a ser excesivo pueden manifestar sentimientos de irritabilidad y ansiedad excesiva si se les solicita que interrumpan su actividad con medios digitales. Otros indicios son la falta de interés en la escuela o eventos sociales. También pueden tener sentimientos de vergüenza, depresión y baja autoestima, disminución del rendimiento escolar y trastornos del sueño.
Apostar siendo menor de edad es ilegal y no recomendamos promover o apoyar esta práctica en los y las adolescentes. Algunas recomendaciones para prevenir esta práctica son:
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