Vida online

El fomo eterno de la generación Z

Seguro que alguna vez, cuando entraste a las redes sociales, sentiste al monstruo que te zumba en la cabeza y te dice "te estás perdiendo de algo". En esta nota Marcos reflexiona la importancia de ponerle un freno al FOMO y conectarse con una vida más allá de las pantallas.

Marcos Rodríguez

Soy un chico "normal" con una "vida normal". Me llamo Marcos, y mientras estoy en un asado con mi familia veo a cada integrante inmerso en su celular, ignorando a cada persona de su alrededor. Hago una pregunta para poder sacar charla a mis primos, pero todos ellos están con sus celulares sin siquiera poder contestarme con una simple respuesta vacía, siendo indiferencia lo único que recibo. No puedo evitar sentir que estos son momentos a los que más adelante añoraremos volver.

Entre tanto que vuelvo en colectivo para mi casa, busco desconectarme de mi aburrida realidad en el viaje, así que entro a Tik Tok y lo primero que aparecen son videos de términos como el orbiting, love bombing, o la regla de los tres mes. Básicamente reglas y más reglas. Es agotador que quieran ponerle una definición a todas las cosas, que muchas veces son para justificar cualquier comportamiento, ¿quiénes en su sano juicio conocen a alguien en tres meses? O ¿el ponerle un término a la persona que te llena de amor y de la nada desaparece?, para mí solo son personas que no se entienden ni así mismas, y buscan refugio y comprensión en cosas inventadas.

En mi casa ya relajado me doy cuenta de que me quejo, pero yo también estoy en la misma. Me dan ganas de no perderme nada, estar atento por si me pierdo algo importante, alguna situación graciosa o el evento del que todos hablarán. Se llama “FOMO”, y es gracioso ver a mis conocidos buscando a esos momentos porque parecería que “todos estaban en el lugar y momento perfecto menos ellos”.

Momentos perdidos

Ya acostado en mi cama veo videos de personas haciendo lo imposible buscando esos likes para sentirse visto, ¿pero realmente todo está en las redes sociales?, ¿acaso todo gira en cuantas personas me dieron like o cuántos vieron y likearon mi storie? Nah para nada, para mí no es así. Realmente hay belleza en los lugares que nosotros consideramos tan comunes, momentos como desayunos tranquilos, una charla profunda con un amigo cercano o hasta las discusiones que nos hacen ver si estamos equivocados en nuestro pensar. 

He visto cómo las personas obvian todo esto, como lo dejan pasar al sumergirse en la virtualidad,  desconectando de esas sensaciones y haciendo como si no existieran; ignorando esos llamados a vivir y sentir las emociones que están por todos lados. Y cansado cierro mis ojos y duermo, lo que considero es la mejor siesta de mi vida.

Me levanto sin saber dónde estoy, atontado. Mi tarde es libre así que agarro mi celular y llamo a mi  amigo Nicolás (quien me hace reflexionar más que un psicólogo). Decidimos ir a dar una vuelta, así que salimos a pasear por las avenidas. De repente casi me atropella un camión, “tranqui la situación” pienso para mis adentros. El tipo que casi me despedaza estaba manejando con su celular sacando fotos de lo más normal. Digamos que tuve suerte en que haya frenado a tiempo porque si no lo hubiera visto estaría como estampilla en plena calle, y pienso otra vez: “¿Cuánto accidente hay por gente que no llega a frenar a tiempo, solo porque se está tomando una foto o contestando mensajes en el segundo inoportuno?

Cuando mi día finaliza llamo a mi amor de San Luis, y esta vez agradezco que existan los celulares porque me permiten que desde el Chaco pueda hablar con alguien que está a más 1500km. Pienso para mis adentros “que maravilloso que podamos estar conectados con gente de todo el mundo”. Después de una alegre charla terminó la conservación con él, mi pareja.

Para mi sorpresa me llega un trabajo práctico de último momento. Y aunque me frustro, ya que son las 11 de la noche, digo “bueno, al menos podemos hacer tareas de forma virtual, total es más cómodo para mí. Imagínate que tenga que llevar 20.000 hojas cuando con un PDF ya se me soluciona todo”.

Mientras estoy sentado en la computadora terminando a la velocidad de la luz el trabajo, pienso que el celular es de las mejores herramientas que podríamos tener en el tiempo, pero las redes sociales nos consumen tanto tiempo y energía que ni siquiera nos damos cuenta de las horas que pasamos en ellas. Guardamos videos de tutoriales como si algún día los fuéramos a hacer y quedan en nuestro “guardados” tomando polvo; scrolleamos sin llegar a un fin hasta que vemos que ya se puso el ocaso.

Lo raro de esto es que el celular nos permite comunicarnos y hacer tantas conexiones, tantas cosas positivas que son eclipsadas por tiempo perdido, comparaciones y crisis de scrolleo que nos absortan y no nos permiten vivir sin pensar por un segundo “esa persona lo está haciendo mejor que yo”. Igual ojo, esto no es para genere una sensación  pesimista y volver a usar cartas y postales, lo que me parece mansa idea. Pero lo que en verdad creo que la clave de todo (y lo más difícil) es la autorregulación.